Según la RAE, el significado de catar es probar, sentir o percibir el sabor de las cosas, todo ello para examinar su sabor o sazón. Y, a su vez, sazón es el punto de madurez o de perfección al que llega un producto en su desarrollo o evolución.
Por lo tanto, catar es lo mismo que probar en busca de conocer su forma, su aroma, su sabor. Además buscamos si esta en un correcto punto de madurez, de complejidad o de perfección.
Catar
Así que la cata es un proceso que todo el mundo puede realizar, convirtiéndose en catador. Bien es sabido también que es proceso que requiere mucho entrenamiento y continuidad: cuantos más productos probemos, olamos y veamos, más precisos nos iremos haciendo.
Por suerte esto también ira haciéndonos cada vez más concisos y nos obligara en ese deseo de conocer mejor lo que catamos el conocer los procesos de producción de lo que estamos catando. Cuanto más vamos profundizando más disfrutamos de la experiencia de la cata. Cuanto más conocemos todos esos procesos nos volvemos más críticos y más exigentes.
El proceso de catar o de probar un producto nos hace poner nuestros cinco sentidos a prueba. Oído, tacto, vista, olfato y, sobre todo gusto, jugarán a favor o en contra de nuestras percepciones, y, por consiguiente, de la valoración del catador.
También es esencial realizar la cata sin prejuicios de que estamos probando para poder hacerlo mejor. Un ejemplo, si vemos la etiqueta del vino que probamos muchas veces estamos condicionados por que conocemos esa bodega, el precio de la botella o la reputación de la zona de producción.
Por esa razón lo más conveniente para descubrir nuevas opciones es realizar una cata a ciegas, en la que no conoceremos la procedencia de los productos que someteremos al veredicto del catador para no condicionarnos por el conocimiento previo que tengamos.
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